Todas las personas, tarde o temprano, nos vamos a enfrentar a alguna situación de duelo a lo largo de nuestra vida. Momento doloroso que requiere de un período de adaptación.
Habitualmente, la mayor parte de la población entiende que el duelo se relaciona con el fallecimiento de un ser querido. Sin embargo, el duelo no solo engloba esta situación, sino todas aquellas en las que se produce una pérdida, como puede ser la pérdida de una relación de pareja, allegados o amigos, perder la casa en la que vivimos, perder la salud, amputación de algún miembro, pérdida de un trabajo, etc.
El duelo no sólo ocurre después de la pérdida. También se puede presentar antes de que ocurra la situación (por ejemplo, una enfermedad terminal) e incluso podemos elaborar el duelo aunque no se esté dando ninguna situación objetiva de pérdida (creer que nos va a dejar nuestra pareja o familia, creer que nos vamos a morir…hace suframos el proceso de duelo que ello supondría, sin que necesariamente se hayan dado ni se vayan a dar esas circunstancias.
En cualquier caso, el duelo es un sentimiento de miedo que necesita un proceso de adaptación psicológica y emocional ante una pérdida objetiva o subjetiva. El proceso de duelo implica todo tipo de dimensiones: físicas, cognitivas, filosóficas, conductuales y sociales. Generalmente, las personas en el duelo atraviesan diferentes etapas (negación y aislamiento, ira o rabia, pacto, depresión y, por último, aceptación).
Cuando estamos afectados por el duelo, nos sentimos faltos de energía, sin ganas de hacer cosas, tristes, nos cuesta expresar sentimientos, sentimos un inmenso dolor…Situaciones que interfieren negativamente en nuestro trabajo, relación con la pareja o familiares, tiempo de ocio, etc
Entender que las pérdidas son parte natural de nuestras vidas, y que nos pueden ayudar -pese al dolor que experimentamos- a crecer y elaborar nuestra relación con nosotros mismos, con las personas que nos rodean y con nuestro entorno, son pensamientos favorables que nos van a ayudar a estar más preparados y superar el duelo de forma satisfactoria y nos facilitan adaptarnos al cambio.
Sin embargo, si bien es cierto que el proceso de duelo no es una enfermedad o un trastorno psicológico, en algunas personas, se convierte en un problema que precisa de un tratamiento psicológico que les ayude a realizar una elaboración y superación adecuada.
El trabajo del psicólogo clínico es fundamental en situaciones en las que la persona niega o evita el duelo, se siente incapaz de superarlo y se siente “atrapada” en el sufrimiento, no es capaz de expresar su dolor ni otros sentimientos, no puede dormir o se levanta cansada, se irrita con facilidad, se produce un deterioro en su trabajo, relaciones familiares….
