Las preocupaciones no deben suponer un problema grave por regla general, pero en ocasiones, pueden transformarse en un problema psicológico. En el Centro de Tratamientos Psicológicos Consuelo Tomás te damos las claves para distinguir una preocupación normal de una preocupación que puede derivar en algún tipo de trastorno.
Las preocupaciones
A lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a diferentes situaciones que representan problemas que debemos solucionar o afrontar. Preocupaciones frecuentes están relacionadas con el cambio de trabajo, continuar o romper con nuestra pareja, decidir asuntos relacionados con nuestros hijos, por ejemplo elegir el tipo de educación y colegio que queremos para ellos; problemas de Salud (intervenciones quirúrgicas, enfermedades crónicas…), etc. Todas estas situaciones nos generan ansiedad porque del resultado de nuestras decisiones dependen consecuencias importantes para nosotros mismos o nuestros allegados.
Normalmente las preocupaciones desaparecen cuando tomamos la decisión que consideramos más adecuada o cuando aprendemos a convivir con problemas que difícilmente podemos cambiar. Sin embargo, hay personas cuyas vidas se convierten en una fuente de malestar continúo y persistente porque no pueden dejar de pensar y dar vueltas en su cabeza a los problemas o conflictos que les surgen. En este caso, es cuando las preocupaciones traspasan una línea que hace que se conviertan en un problema psicológico. Estas personas se preocupan tanto, que se obsesionan y se sienten tremendamente angustiadas porque no pueden dejar de pensar en lo que les preocupa, o reevalúan continuamente sus decisiones porque necesitan estar seguros al 100% de que han hecho la elección correcta.
Cuando las preocupaciones se convierten obsesiones, siempre es necesario un tratamiento psicológico para ayudar a la persona a relajarse, detectar y controlar los pensamientos relacionados con los temas que le generan ansiedad.
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