Compartir nuestra vida con una pareja es uno de los proyectos más importantes de nuestra vida. Aunque parezca sencillo tomar esta decisión cuando estamos enamorados, convivir en pareja implica multitud de compromisos y situaciones que no siempre están exentos de problemas. En este sentido, os vamos a dar algunas claves para saber cómo mejorar la relación de pareja antes de la convivencia.
Es importante que comprendamos la necesidad de un período inicial de adaptación porque pasamos de estar solos a vivir con otra persona. Por ello, ser sinceros en la comunicación con la pareja, nos ayudará a exponer nuestras expectativas y consensuar con nuestr@ compañer@ . De forma general, podemos sintetizar aspectos fundamentales en tres grandes pilares:
– qué esperamos de la relación
– cuáles son nuestras expectativas en diferentes temas: economía y planificación de gastos, educación de los hijos si los hay, relación con la familia “política”, relación con nuestros amigos, dedicar tiempo a hobbies, organización de las tareas domésticas…
– qué estamos dispuestos a dar.
Muchas personas no se sienten satisfechas con sus propias vidas y no se valoran a si mismas, buscando que sea la pareja la que les proporcione la felicidad que no sienten. Es evidente, que esta creencia representa un grave error porque nuestro bienestar depende de nosotr@s mism@s y no podemos pasar esa responsabilidad a la persona que esté a nuestro lado. Únicamente agobiaríamos a nuestra pareja obligándola a que nos haga sentirnos plenos. Es cierto, que vivir en pareja nos enriquece pero si no nos queremos y nos valoramos a nosotros mismos, difícilmente vamos a contribuir a hacer feliz a nuestra pareja y a ser felices nosotros. Es más, podemos llegar a desarrollar, con tal de no estar solos, una relación de dependencia. El miedo a estar solo, en algunos casos, puede hacer que aceptemos determinadas actitudes y comportamientos por parte de nuestra pareja, que pueden ser fuente de maltrato físico o psicológico.
Cuando estamos al inicio de la relación, el enamoramiento nos envuelve y arrolla de tal manera que vivimos para la otra persona: pensamos continuamente en ella, nos arreglamos para resultar más atractiv@s, somos hipercomplancientes, nos da igual lo que nos proponga nuestra pareja porque solo queremos estar con ella y cualquier actividad junto a ella, nos parece maravillosa… El flechazo y entusiasmo que sentimos hace que solo queramos estar con esa persona y compartir todo el tiempo posible con ella sin ser tan importante lo que hacemos o nuestras propias expectativas. Sin embargo, cuando empezamos a convivir las 24 horas, todos los días, la situación cambia porque pueden surgir problemas respecto a gastos, tareas domésticas, compartir el tiempo con amigos y familiares… y, hasta en temas, que parecen más triviales pero no por ello menos importantes como, la hora de levantarse o acostarse o qué programas o series queremos ver… Por ello, antes de empezar a convivir es esencial que aclaremos y consensuemos cómo podemos gestionar todos estos aspectos. Sin embargo, muchas parejas no lo hacen para eludir conflictos sin darse cuenta que si no se dialoga sobre estos puntos, antes de convivir, probablemente surjan muchas discrepancias respecto a las expectativas que pueden poner en grave riesgo la continuidad de la relación.
Cuando estamos conociendo a nuestra pareja es indispensable que nos demos a conocer tal y como somos y hablemos con respeto y abiertamente sobre cómo nos gustaría que fuera la convivencia. Si ambas partes no ponen de manifiesto, de forma explícita, cómo les gustaría que fuera la relación, sus puntos de vistas…, aunque surjan discrepancias, nos estamos engañando y haciendo creer a la otra parte, que estamos de acuerdo con sus posiciones. Evidentemente, lo mejor es comunicar y expresar nuestras necesidades y deseos para poder comprobar si tanto uno mismo como su cónyuge desean lo mismo a la hora de construir la convivencia. Es cierto, que podemos enfrentarnos a la realidad de que quizás, aunque queramos a esa persona y estemos completamente enamorados, no compartamos las misma metas. Por tanto, es muy útil que aprendamos a consensuar porque cuando vivimos en pareja, todo no puede ser como nosotros queremos porque también es preciso tener en cuenta las inquietudes e intereses de nuestro cónyuge. Si no clarificamos nuestros puntos de vista antes de vivir en pareja los conflictos y discusiones afloraran con todas sus consecuencias.
Es normal que no coincidamos con nuestra pareja en todos los sentidos. Por ello, poner de manifiesto nuestros hábitos en relación a la familia, amistades, actividades de ocio…nos ayuda a conocer y que nos conozca en toda su extensión, la persona con la que queremos compartir nuestra vida, siendo realistas sin minusvalorar o quitar importancia a las diferencias o discrepancias. Los puntos de vista diferentes de la otra persona nos pueden ayudar a ser más flexibles y ver que nuestra forma de pensar y proceder no es la única posible. Otras maneras de entender y percibir y no solo las nuestras, nos enriquecerán y nos proporcionaran otras claves para sentirnos bien.
Es posible que nos siempre la otra forma de ver nuestra vida sea una oportunidad para modificar nuestra percepción de las cosas. ¿Qué podríamos hacer? Es sencillo, ponerse en lugar de la otra persona e intentar consensuar porque en una guerra no gana nadie. Si cedemos cada uno un poco, en lugar de querer que prevalezca nuestra opinión, no perdemos: Los dos miembros de la pareja ganan.
Sin embargo, puede suceder que no estemos en absoluto de acuerdo y sea difícil poder llegar a un consenso. Si no es posible llegar a un compromiso en el que la pareja pueda lograr sus propósitos, sería adecuado asumir que, probablemente, en la relación cuando convivamos juntos, las discusiones serán frecuentes y nuestra vida en pareja no será grata. Lo deseable en este caso, aunque nos sintamos algo frustrados, es ser objetivos y aceptar que antes de que la situación se complique, lo más oportuno sería no continuar con la relación. Es mejor que seamos buenos amigos que una mala pareja.
En definitiva, es importante que sepamos comunicarnos desde el primer momento, expresando de forma honesta y realista nuestras expectativas creando una atmósfera de comprensión, respeto, entrega, cariño, diálogo…para facilitar el acercamiento y crecimiento en la relación de pareja tanto a nivel personal como conjuntamente. Si ello, no fuera posible, no nos engañemos intentando llevar adelante una relación que nos hará daño tanto a nosotros mismos como a nuestro cónyuge.
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