Os pasamos la publicación realizada por la psicóloga Consuelo Tomás para Radio Taller Gandia publicada el 8 de enero: No necesito regalos materiales… Lo que necesito es compartir y sentir.

Estos días ha pasado Papa Noel y los Reyes Magos por nuestros hogares inundándonos de regalos aunque, no menos cierto es que, en algunas casas, no han podido dejar todo lo que han pedido porque la economía u otras circunstancias no lo han permitido.

En la anterior publicación valoramos si habíamos sido buenos porque, como es bien sabido, de ello depende que nos dejen lo que hemos escrito en nuestras cartas. Regalos que han contribuido a mantener la ilusión de niños y, también de adultos. Me encanta la inquietud y caras de sorpresa cuando se rasgan los papeles y bolsas en los que están envueltos los regalos, ese ansia por descubrir si nos han dejado esos juguetes u otros artículos que nos llenarán de gozo y esos grititos de algunos niños entusiasmados cuando se revela el contenido de los paquetes…

Pese a toda la magia de esos momentos, me planteo si para ser felices necesitamos tantos regalos. Miles de niños, dentro de pocos días dejarán de lado juguetes y miles de adultos, desearán más artículos… ¿Es qué no han tenido suficientes? Parece que todo es poco y siempre queremos más… Sin embargo, cuando esos niños se hagan mayores, cuando alguna personas que nos falten ¿qué creéis que echaremos de menos? ¿los regalos materiales? Tic, Tac… ¿Ya lo habéis pensado? Me encantaría que nos os hayáis decantado por los regalos materiales… Seguro que algunas personas pensaréis pero entonces… ¿qué puedo echar de menos?

Todos los regalos no son materiales y realmente la mayor parte de veces no son éstos los que necesitamos. No sé vosotros, pero yo no necesito regalos materiales – no quiere decir que no me gusten – pero lo que verdaderamente necesito es sentir, compartir, estar al lado de las personas a las que quiero y que me quieren.

Los regalos son efímeros, las vivencias perduran en nuestra mente y corazones. Mis verdaderos recuerdos de la Navidad tienen que ver con los momentos que he compartido y que me han regalado las personas a las que importo de verdad. Sus lazos de amistad, de compromiso, de cariño, de apoyo, de comprensión…envuelven mis vivencias con ell@s. Ese es el regalo que quiero pero para conseguirlo ya sabéis que es importante que nosotr@s también les entreguemos todo nuestro afecto y ayuda cuando la necesitan y estemos ahí con sus alegrías y sus penas.

Me siento feliz, muy feliz…de alejarme del consumismo voraz y de los móviles. Me gusta y me gusta mucho, saborear una buena conversación, salir a pasear con familiares y amigos, aprender de las experiencias de los demás, sentir que puedo tocar al otr@, decir de verdad lo que pienso sin temor a ser juzgada, transmitir mis sentimientos sin vídeos o fotos de whatsApps standars, poder personalizar mis regalos comunicando a cada persona lo importante que es para mí y recordando los momentos que hemos compartido y haciendo planes…

Ojalá aprendamos a valorar que lo que necesitamos no cuesta dinero. Pero esta sociedad materialista y con valores superfluos nos lleva a creer que somos más felices si consumimos, atesoramos juguetes o artículos de todo tipo. Vivimos en una sociedad donde poseer se ha convertido en elemento de prestigio. Incluso los niños, es más que probable que después de las vacaciones navideñas, cuando vuelvan a clase con sus compañer@s alardeen de todo lo que les ha dejado Papa Noel y Los Reyes Magos en una competición absurda para sentirse importantes – y lo que es peor, sin que sean consientes -. Y todo ello, sin que padres o profesores pongan límites ante tales comentarios y conductas.

¿Por qué los niños y adultos no “presumimos” de haber estado con nuestros familiares (padres, hermanos, primos, abuelos…) y amigos? ¿Por qué no comentamos lo bien que nos lo hemos pasado con nuestros allegados? ¿Por qué no hablamos de lo feliz que nos hemos sentido por tener a nuestro lado las personas a las que queremos?… Es evidente, el consumismo nos devora y los valores que de verdad nos engrandecen se van perdiendo.

Bueno, aunque no es del todo cierto porque no en todos los hogares se potencia lo material. Padres, profesores y todos los miembros de la sociedad podemos enseñar a crecer valorando lo verdaderamente importante: nosotr@s mism@s y nuestras vivencias con la complicidad de quiénes nos rodean. Si no regaláramos tantas cosas materiales, si enseñáramos a nuestros hij@s a sentirse bien por desprenderse de un regalo suyo para entregarlo a otro niño que lo necesita, si en lugar de ir de casa en casa corriendo a abrir los regalos en lugar de llegar y darnos un gran abrazo, si nos regaláramos momentos para jugar con nuestros hijos y no juguetes para que ellos se entretengan solos, si nos habláramos y nos emocionáramos cara a cara y no con emojis (palabra del año… qué pena que sea esa), si nos divirtiéramos con los pequeños detalles -una mano que nos aporta calidez y amor, una sonrisa- en lugar de obsequios que arrinconaremos dentro de pocos días… seríamos las personas más afortunadas del mundo. ESO ES LO QUE YO NECESITO Y LO QUE YO VALORO.

Espero que aprendamos que, además de juguetes u otras mercancías… LO QUE NECESITAMOS ESTÁ AL LADO DE LAS PERSONAS CON LAS QUE COMPARTIMOS NUESTRAS VIVENCIAS Y CON LAS QUE SENTIMOS NUESTRAS EMOCIONES. No os ceguéis con lo material. Cuando esas personas nos faltan o nos falten, ya no habrá remedio y nos arrepentiremos de no haber compartido más momentos con ellas y decirles lo que les queríamos.

Consuelo Tomás, psicóloga especialista en psicología clínica y adicciones (para RTG radiotallergandia.es)

www. tratamientospsicologicos.es y www. adiccionesvalencia.es
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