¿VACUNARSE O NO VACUNARSE?

TEMOR Y ANSIEDAD ANTE LAS POSIBLES REACCIONES ADVERSAS DE LA VACUNA ASTRAZENECA FRENTE AL COVID-19

Llevamos ya algunos meses desde que se inició la campaña de vacunación frente al COVID-19  y como pusimos de manifiesto en una anterior publicación, las reacciones emocionales en la población fueron dispares. Por un lado, la gran mayoría de la ciudadanía recibía la noticia de la campaña de vacunación con optimismo generando estados de alegría y esperanza, mientras que en otras personas, el temor y la ansiedad les “bloqueaban” ante la decisión de vacunarse.

Fundamentalmente, los  motivos relacionados con la ansiedad ante la vacuna se enmarcan en tres grandes bloques: 1. Miedo a las inyecciones 2. Rechazo a cualquier vacuna 3. Miedo circunscrito específicamente a la vacuna del COVID-19. En este último caso, el miedo a la vacuna del COVID-19, el temor se relaciona con los efectos adversos que pudieran derivarse de su administración.

En su momento, ya pusimos de manifiesto la necesidad de realizar campañas de prevención e intervención psicológica en la población dirigidas a mitigar la ansiedad u otros síntomas vinculados a la vacunas frente al COVID-19  pero, como es habitual se invierte poco dinero y medios en la prevención de los problemas emocionales, y  psicológicamente, la intervención terapéutica es la que adquiere protagonismo.

En cualquier caso, el desconcierto provocado por los posibles efectos adversos de la vacuna AstraZeneca que motivaron la suspensión temporal de la misma, reinicio y cambios de grupos de edad a los que se les administra,   junto con los diversos  niveles de efectividad según los diferentes laboratorios que han comercializado o están a punto de hacerlo, las vacunas del COVID-19  han generado todavía más recelo y miedo en un momento en que la población empezaba a sentirse protegida con las vacunas del COVID-19 y, por fin,  se veía la un rayo de esperanza para contener la pandemia y volver paulatinamente a la realidad de la que antes gozábamos.

Este “parón” en la vacunación, cambio de criterios en relación a los grupos de edad  y la información sobre los efectos adversos de la vacuna de AstraZeneca está generando desconcierto y miedo tanto en las personas que ya han sido vacunadas y, de las muchas, que todavía están esperando a ser vacunadas o se les tiene que administrar la segunda dosis.

Marcas de Vacunas COVID19¿QUÉ REPRESENTA EL “PARÓN”  y  “REINICIO” DE LA VACUNA ASTRAZENECA  FRENTE AL COVID-19  Y LA INFORMACIÓN SOBRE SU POSIBLES  EFECTOS ADVERSOS?

Si ya había personas que dudaban ante la decisión de vacunarse por el miedo que les generaba la  incertidumbre sobre posibles efectos adversos ante las vacunas del COVID- 19 dada la celeridad con la que se había sacado, el que se paralizara, reiniciara y se hayan  cambiado criterios de edad en relación a  la administración de la vacuna Astrazeneca, ha hecho que el temor, desasogiego, inquietud se esté incrementado, llegando también a afectar incluso  a las personas que,  con confianza, tenían clara su decisión de vacunarse cuando les llegará su turno.

La incertidumbre es uno de los factores que más ansiedad nos pueden generar, máxime en aquellas personas que experimentan niveles elevados de intolerancia a la incertidumbre y necesidad de control, junto con patrones rígidos de pensamiento, baja tolerancia a la frustración y perfeccionismo “patológico”.

Es comprensible que ante las noticias de posibles efectos adversos de la vacuna AstraZeneca ¿causales o casuales?, nos sintamos ansiosos. La ansiedad no tiene por qué ser negativa. La ansiedad es un mecanismo de supervivencia que surge ante situaciones de peligro y, de ello, depende en gran parte que logremos hacer frente a las amenazas. No obstante, este mecanismo de ansiedad no siempre es adaptativo porque se puede desencadenar ante situaciones en las que el peligro no es real. Basta con que nos sintamos amenazados.  ¿Qué está pasando actualmente? Que ante los posibles efectos adversos de la vacuna del COVID-19,  sentimos amenazados nuestra salud  dando lugar a síntomas de ansiedad como pueden ser problemas para dormir, inquietud, preocupaciones u obsesiones, necesidad de consultar información etc.

La incertidumbre y preocupación, en algunos casos, se vuelve obsesiva y no se puede dejar de pensar y sentir inquietud, irritabilidad, ansiedad, nerviosismo y se pueden llegar a realizar actos mentales o conductas de carácter compulsivo (buscar información que tranquilice, llamadas reiteradas a centro de salud,  comprobación reiterada de cualquier síntomas somático, etc).

Además, otros problemas psicológicos se ven exacerbados. Por ejemplo, en el caso de aquellas personas con ansiedad ante la enfermedad. Si ya en otros contextos no relacionados con la vacunación experimentan miedo ante la enfermedad, las noticias que relacionan trombos en algunas personas a las que se les ha inoculado esta vacuna se agrava su sintomatología aumentando su ansiedad y  preocupación ante la idea de experimentar trombos u otras reacciones adversas tanto si ya están vacunadas como si están esperando ser vacunadas. Su preocupación les lleva a tener comportamientos desmesurados acerca de su salud (consultar médicos, información en Internet, auto-observar su cuerpo continuamente…) o, por el contrario, evitar acudir a al médico, realizarse analíticas…  En cualquier caso, el resultado es no quererse vacunar por la ansiedad y miedos excesivos por los AstraZeneca a raíz de la información de estos días pasados.

De igual forma, los estados de ánimo se ven alterados y la euforia y contento inicial van perdiendo fuerza tanto por la noticias sobre los posibles efectos adversos como por el parón que incide en que el ritmo de vacunación se enlentezca y la vuelta a la normalidad sea más lenta de lo esperado.

El hecho de no vacunarse o que se retrase el ritmo, también implica que la posibilidad de nuevas olas del COVID-19 nos arrecien con más intensidad y que tardemos en lograr la inmunidad de rebaño. En este escenario, las personas pueden sufrir todavía más los efectos de la fatiga pandémica provocada por el cambio de rutinas  y tiempo prologando desde que apareció el COVID-19 en nuestras vidas. De igual forma, el miedo a salir de casa  o síndrome de la cabaña (si lo desean pueden saber sobre este síndrome en una publicación de nuestro blog en www.tratamientospsicologicos.es) se ve afectado negativamente de forma indirecta porque al haber pocas dosis de vacunas o que se pueda suspender la administración de alguna vacuna frente  al COVID-19 por posibles efectos adversos, las personas con este síndrome no se atreven a salir de casa dado que son pocas las personas inmunizadas y sienten que el peligro a contraer el COVID-19 es muy grande pese a adoptar las medidas de protección necesarias frente al virus. Sin embargo, en el otro extremo, en aquellas personas “cansadas” de esta situación y con poca percepción del riesgo, pueden poner en peligro su salud y la de su entorno “bajando” la guardia porque consideran que con las vacunas ya no hay ningún peligro, pero olvidan que son pocas las personas a las que se les ha administrado alguna dosis y que en el caso de que produzca algún“parón” no les hace cambiar sus actitudes y conductas alejadas de la responsabilidad individual y colectiva que exige el momento. Es además muy importante que las personas que están ya vacunadas continúen  utilizando mascarillas, hidrogeles, distancia social porque no se sabe el período de inmunización y aún estando vacunadas si contraen la enfermedad pueden contagiar a los demás

Otro de los problemas, a los que haremos referencia en artículos futuros tendrá que ver con el enfado y descontento  si el ritmo de vacunación es lento y solo algunas personas que ya estén vacunadas puedan viajar y, esperemos, que no sea un requisito “implícito” para entrar a trabajar en una empresa o sea indispensable en otro tipo de circunstancias. Todo ello, tiene gran repercusión y la jurisprudencia tendrá mucho que decir al respecto.

Es fácil que el consumo de  fármacos (ansiolíticos, antidepresivos…)  u otro tipo de conductas como comer compulsivamente, aumenten y es conveniente considerar que se puede generar una dependencia o adicción. Y hablando de fármacos, ela Agencia Europea del Medicamento avala la vacunación con AstraZeneca e informa que esta vacuna es segura. Esta noticia ha sido el detonante para que diferentes países ya han reiniciado  o van a reiniciar en los  próximos días,  la vacunación con AstraZeneca y, otros, prefieren esperar pero en cualquier caso, el temor y falta de confianza se ha extendido.

Miedo a vacunarse¿QUÉ ES EL MIEDO A LAS INYECCIONES? ¿TIENE SOLUCIÓN?

En relación a las personas que tienen miedo a las inyecciones es importante señalar que el miedo no gira en torno al temor a las vacunas, sino al hecho de que se les introduzca la aguja de una jeringuilla o gotero para realizar una analítica, administrar inyecciones o vacunas, etc.

En estos casos hablamos de una fobia a las inyecciones que puede ir acompañada no solo de la ansiedad, sino también, en algunos casos, de desvanecimientos o desmayos, incrementando si cabe todavía más, la angustia ante esta situación. Como en todas las fobias, se tiende a evitar el estímulo o situación temida. Por este motivo las personas evitan ser vacunadas porque no soportan la idea de que les vayan a administrar la vacuna mediante una inyección y, como todos conocemos, la mayor parte de las vacunas son inyectables.

En nuestro centro,  a lo largo de todos los años que lleva en funcionamiento hemos ayudado a muchos pacientes a superar y resolver esta situación,  enseñando estrategias y técnicas psicológicas de probada eficacia en un corto espacio de tiempo. En estos casos, la intervención psicológica va dirigida a dotar a la persona de las herramientas para  ayudarles a entender el origen y mantenimiento de su fobia, afrontar de forma satisfactoria la situación,  aprender a controlar su ansiedad antes o mientras se está exponiendo a las inyecciones, evitando posibles desmayos y aumentando su confianza y seguridad.

Rechazo y miedo¿HAY QUE RECHAZAR LAS VACUNAS?

Las personas que rechazan cualquier vacuna suelen mantener creencias que derivan de diferentes fuentes filosóficas, económicas, religiosas, políticas, etc.

No estamos hablando de tener miedo a la vacuna del COVID-19 sino de movimientos antivacunas.

Realmente vacunarse o no, se convierte en un dilema ético y moral de gran envergadura porque no vacunarse no solo pone en riesgo la salud individual sino la salud del resto de la sociedad.

Es fundamental que la información que se traslade a la población sea veraz, transparente y, sobre todo, imparcial alejada de intereses de ciertos colectivos que no siempre proporcionan información veraz y objetiva a través de diferentes canales. Pensemos que la información,  no contrastada por fuentes sanitarias  suficientemente acreditadas, corre como la “pólvora” en Internet  y confunde a las personas y puede poner en riesgo nuestra salud y la del resto.

Es cierto que cualquier fármaco o vacuna puede presentar algún efecto adverso pero es innegable que salvan vidas y nos protegen la salud.

Stop Covid¿VACUNARSE O NO VACUNARSE POR EL MIEDO A LOS POSIBLES EFECTOS ADVERSOS DE LA VACUNA DEL COVID-19?

¿Vacunarse o no vacunarse? Esa es la cuestión. En este sentido, los profesionales de la psicología tenemos un papel relevante para poder ayudar a reducir los niveles de ansiedad u otros síntomas en relación a este tema.

Es indispensable la creación de equipos inter y multidisciplinares para poder escuchar los temores de la ciudadanía. Ayudarles a resolver las dudas, máxime tras haber suspendido unos días su administración y volver a inocular la vacuna AstraZeneca o, si fuera necesario, las de otros laboratorios.  No se trata de quitar importancia a las dudas, temores… de la población, sino, como hemos comentado,  de ser transparentes y veraces manteniendo la imparcialidad.

Recomendar no es obligar ni informar es convencer. Es cierto que las vacunas salvan vidas y que nadie puede asegurar al 100% que no estén exentas de algún efecto secundario pero no olvidemos que cualquier medicamento también puede dar lugar a alguna reacción adversa de baja incidencia y que en estos momentos no tenemos ninguna otra solución frente al COVID-19.

Plantearnos que en cualquier contexto de nuestra vida todo va ser seguro y que va a salir bien sin ningún margen de error, es casi imposible. Valorar las ventajas frente a los inconvenientes (pros y contras) nos facilitará tomar la decisión más adecuada porque todo en la vida conlleva cierto riesgo y no por ello dejamos de hacer cosas y tomar decisiones no solo pensando en el bien para nosotros mismos sino también para los demás.

Es importante que los profesionales, medios de comunicación y cualquier colectivo con repercusión social,  sepamos transmitir desde la tranquilidad cualquier efecto adverso que se pueda producir tras la administración de las vacunas del COVID-19. Solo de esta forma, se consigue que realmente se restauren los niveles de confianza. Ocultar  posibles efectos adversos solo conllevaría más incertidumbre y recelo y rechazo ante las vacunas del COVID-19. Asimismo, ayudar a la población a buscar fuentes de información fidedignas y animarles a preguntar abiertamente a los especialistas, ofrecerá tranquilidad para poder tomar la decisión más adecuada.

Una última pincelada tendrá que ver también en cómo gestionar que las personas sí se quieran vacunar pero nos plantean que sean ellos los que elijan la vacuna frente al COVID-19 que desean que se les administre. Somos conscientes de que no hay que privar a nadie de su capacidad de elección pero en este caso es complicado porque no se disponen del mismo número de dosis dependiendo del laboratorio y de las edades recomendadas. Esta pandemia requiere el esfuerzo y comprensión de todos. Solo de esta forma, frenaremos la expansión del virus.

Podríamos hablar de muchos más aspectos que os iremos comentando en otras publicaciones si os interesa conocer más el impacto que la vacunación del COVID-19.