Sentir miedo a las vacunas
Últimamente nuestro vocabulario habitual en tiempos del COVID-19 está incorporando palabras que se repiten hasta la saciedad cómo ocurre con vacunas. ¿Pero por qué la gente desarrolla miedo a ellas cuando su misión es ayudarnos a no enfermar? Las vacunas producen miedo por diferentes motivos, tanto en adultos como en niños, pero se pueden distinguir básicamente en dos sesgos: Miedo al pinchazo y miedo a los efectos secundarios que puedan generar.
¿Qué es una vacuna?
Las vacunas son una preparación cuya intención es generar en la persona vacunada una inmunidad, contra una enfermedad en concreto, estimulando que el organismo se defienda generando anticuerpos, entienda esa amenaza y quede registrado en el sistema inmunológico para que pueda reconocerla y destruirla con facilidad cuando se encuentre con ella en el futuro. Se tratan de compuestos generados a partir de microorganismos, sean bacterias o virus, muertos o atenuados. Al encontrarnos en el futuro con este metabolismo en concreto, nuestro cuerpo lo reconoce y puede proceder de manera que la enfermedad no llegue a desarrollarse o, si lo hace que sea de manera mucho más leve.
La OMS dice
Según la Organización Mundial para la Salud, el saneamiento y el agua potable, uso de mascarillas, lavado de manos, etc… son insuficientes para controlar las enfermedades infecciosas por lo cual las vacunas son muy necesarias para mantener una inmunidad colectiva y mantenerlas a raya. Aunque algunas enfermedades están prácticamente erradicadas las vacunas mantienen, con su uso continuado, esa situación para que no puedan reaparecer fácilmente.
El miedo al pinchazo: la tripanofobia
El miedo físico a las vacunas se denomina tripanofobia. Es un miedo irracional a las inyecciones y las agujas que provoca terror en la persona que lo padece produciéndose en algunos casos desmayos en estas situaciones. Es más normal vivirlo en la infancia temprana por el desconocimiento de que nos va a provocar en el cuerpo, o si nos va a doler. Pero puede acompañarnos durante la edad adulta también e ir intensificándose. Se calcula que un 10% de la población mundial lo sufre en mayor o menor medida. Esta fobia no reviste gravedad, salvo que llegue a un punto en que puede afectar a las analíticas y vacunaciones de la persona que la sufre, siendo capaz de negarse a realizarse chequeos de salud.
La tripanofobia en adultos
Se cree que una de las causas que podría ayudar al desarrollo de la tripanofobia se encuentra en experiencias traumáticas durante la infancia que generan un miedo inconsciente en nuestra etapa adulta. También se cree que podría desarrollarse por un condicionamiento durante la niñez en la que observamos adultos sufriendo esta fobia.
Esta fobia se encuentra catalogada dentro de las “fobias específicas”, que provoca un trastorno de ansiedad que puede ser de moderada a severa, anticiparse el individuo a lo que va a ocurrir, tener ganas de escapar de la situación de cualquier manera y finalmente reconocer que el miedo es irracional. Se puede recurrir a técnicas de respiración y técnicas de relajación o diferentes estrategias psicológicas para atajar la ansiedad y el estado de nerviosismo total. Para superarlo se recomienda diferentes tipos de terapias psicológicas con profesionales y expertos, que van de terapias de choque con el causante del miedo o terapias cognitivo conductuales, según considera el profesional que resulte más eficaz para el detonante específico que induce a la persona a sufrirla.
¿Cómo ayudar a un niño con tripanofobia?
Como adultos tenemos la responsabilidad de minimizar en los niños que la vacunación sea una experiencia desagradable que deje secuelas a nivel inconsciente. Al no entender cuál es el beneficio de las inyecciones su miedo es más complicado de afrontar e irracional. Antes de la cita es recomendable contarle solo lo que necesite saber para no generar un estado de alarma, no mentirle sobre si dolerá o no para que no pierda nuestra confianza si le decimos que no duele. Si tenemos una actitud relajada y positiva ayudaremos a calmar su miedo ya que así es menos probable que entre en pánico o vea lo que va a ocurrir como algo negativo.
Durante la cita distraemos al niño, premiamos su valentía con algo que le guste hacer. Le ayudamos a relajarse para que le duela menos al tener los músculos menos tensos. Es muy importante la empatía y no menospreciar que puedan sentir miedo, ofreciendo por nuestra parte calma y seguridad. Si minimizamos su miedo a las agujas e inyecciones estamos ayudando a que en su vida adulta no sufra de tripanofobia.
El miedo a los efectos secundarios
El miedo emocional hacia las vacunas se basa en la desconfianza sobre que puede provocarnos en el cuerpo a corto o largo plazo. Aunque la OMS asegura que las vacunas son totalmente seguras y han sido sometidas a numerosas pruebas a lo largo de los ensayos clínicos, un sector de la sociedad desconfía de que estos datos sean reales y las ven potencialmente peligrosas. Han surgido así y proliferado más en los últimos tiempos los grupos antivacunas, promovidos por artículos y estudios que acusaban el uso de tiomersal (compuesto que contiene mercurio) como conservante en las vacunas, cómo causa directa de autismo en los niños. Según diferentes investigadores, ningún estudio actualmente avala estos datos ya que se demostró que el estudio que así lo decía en 1998 sesgó la información y era fraudulento. Esta publicación logró que bajaran las tasas de inmunización y se produjeron varios brotes por la falta de vacunación volviendo a darse algunas enfermedades completamente contenidas con las vacunas.
El aumento de uso de las redes sociales, el surgimiento como un gigante de Internet ha sido un arma de doble filo. Se tiene acceso a muchísima más información que antes de ésta era digital, pero al mismo tiempo hay mucha información escondida, falseada y que genera alarma social. Se hace más complicado separar la realidad de la mentira o la manipulación. Por ejemplo, el surgimiento en el año 2005 de la vacuna para el virus del papiloma humano (enfermedad de trasmisión sexual que puede provocar cáncer), también ha generado alarma social, y asociación de afectados por lo que comentan que son sus efectos secundarios.
La juventud de esta vacuna y no tener referencias a más largo plazo puede generar no poder poner la mano en el fuego por si es al 100% segura o no. Realmente con la controversia y el miedo por inocular de manera excesiva vacunas (y los compuestos que contienen) ha generado dos vertientes totalmente diferentes. Los que están en contra porque no consideran que tengan la suficiente información o las ven innecesarias, y los que consideran que es totalmente de inconscientes no vacunarse poniendo en peligro el equilibrio inmunitario global. Realmente todo es fruto del miedo a lo desconocido y a la enfermedad.
Miedo a la vacuna del COVID 19
En la situación que vivimos a nivel mundial actualmente, la vacuna puede generar el miedo que también genera contraer el COVID. La escalada médica por países que se tiñe casi de intereses políticos no tranquiliza a la totalidad de la población.
La sobreinformación, desinformación o la no imparcialidad de medios e informaciones del medio digital crea una situación de miedo a lo desconocido. En condiciones normales una vacuna necesita un desarrollo medio de diez años para poder ser aprobada. El baile de datos que se contradicen de una semana a otra. El avance de estudios de diferentes países de manera irregular, o no poder garantizar que sea inocuo al vivir las fases de creación de una manera acelerada. Esto, provoca desconfianza y malestar entre un sector de la población. Muchas personas se sienten casi cobayas con muy poco margen de acción. Mientras, en otros, el miedo a contraer la enfermedad es aún mayor que a la propia vacuna. Sea de una manera u otra, la sociedad está bajo un alto nivel de estrés a nivel emocional lo cual no ayuda a nuestro sistema inmunitario a estar pleno y relajado.
¿Cómo podemos ayudarte con este miedo?
En tratamientos psicológicos, comprendemos perfectamente la situación, tanto, de aquellas personas que tienen miedo a las inyecciones, como de las que sienten niveles de ansiedad y temor a contraer el virus y el consiguiente recelo y desconfianza a la hora de tomar la decisión de vacunarse o no hacerlo, cuando llegue el momento. Es importante, en cualquier caso, buscar ayuda psicológica. Por un lado, para superar el miedo a la situación que implica cualquier inyectable (ansiedad anticipatoria, visión de la sala de analíticas, inyectables o vacunación, preparación de las jeringuillas, etc,) y, por otro, para reducir el impacto negativo a nivel psicológico que ha generado y está generando el COVID en la población ante el pavor al contagio y cambio de rutinas o por el temor ocasionado por la incertidumbre en relación a la seguridad que pueda proporcionar la vacuna contra el COVID una vez se consiga.