La importancia de nuestros pensamientos es fundamental para nuestra salud mental y física. Sin embargo, la mayor parte de las personas apenas les conceden relevancia y consideran que se sienten bien o mal ante determinadas situaciones de forma inmediata. En estos casos, se cree que son las situaciones las que nos hacen sentirnos tristes, contentos, relajados, ansiosos, callados, expresar nuestros deseos y necesidades… ¿Realmente es así?
Para poder entender la importancia de nuestros pensamientos lo primero que podríamos cuestionarnos es que si verdaderamente las situaciones nos hacen sentir o comportarnos de una forma u otra, por qué ante una misma situación la reacción de diferentes personas es distinta. Si las situaciones fueran las que provocarán nuestros estados de ánimo y formas de comportarnos, todas las personas respondiéramos de la misma manera. Seríamos como “clones” o “robots” que están programados para generar siempre las mismas respuestas ante los mismos estímulos. Sin embargo, sabemos que eso no es así porque no todas las personas nos sentimos igual ante determinadas situaciones e, incluso, una misma persona a lo largo de su vida puede manifestar diferentes formas de sentir y actuar ante una misma circunstancia.
Entonces ¿de qué depende que una misma persona pueda sentirse de una forma u otra ante la misma situación y qué diferentes personas sientan o se comporten de formas variadas ante esa misma situación? Depende de los pensamientos, es decir, de nuestra forma de procesar e interpretar esa situación.
Pensemos en varios ejemplos para entender mejor el papel de nuestros pensamientos en nuestra salud mental:
- Ante una entrevista de trabajo o un examen es normal tener cierto nivel de nerviosismo pero hay personas que la superan bien y otras personas se bloquean y no saben que responder (se quedan en “blanco”) o ni acuden a la entrevista o prueba. Es evidente que es la misma situación pero, en el caso de las personas que superan bien la entrevista lo que se dicen a sí mismas (pensamientos) tiene que ver con frases como “Es una oportunidad y la voy a aprovechar” “Voy a hacer las cosas lo mejor que sé” “No tengo por qué meter la pata porque tengo experiencia o he estudiado”… que favorecen su capacidad de afrontamiento y seguridad en esa situación. Pero si, por el contrario, las personas en una entrevista de trabajo o examen piensan “Voy a hacerlo mal” “Seguro que eligen a otro candidato o no voy a aprobar” “Nunca voy a ser capaz de ser el mejor candidato o sacarme el título”… se van a sentir mal, inseguras, derrotadas, tristes o van a evitar la situación. Como veis, dependiendo de cómo valoramos o interpretamos la situación, nuestros sentimientos y respuestas van a diferir y se generan respuestas emocionales, cognitivas y conductuales, positivas o negativas.
- Ante una ruptura de pareja, serían normal experimentar cierta tristeza pero, de nuevo hay personas que se sentirán y responderán de distinta forma. Unas, se sumirán en el dolor, rabia y todo tipo de sentimientos negativos o comportamientos agresivos (insultos, autolesiones…) y, otras, pese a sentirse mal o algo decepcionadas superarán la situación de forma apropiada. En el primer caso, la persona puede pensar que no puede vivir sin su pareja, que si le ha dejado nadie le va a querer más, que es su culpa, etc. En el segundo caso, pensará que aunque duela, es mejor que la relación se haya cortado porque si su pareja no le quiere no iba a ser feliz de ninguna manera aunque la relación se prolongase, que ahora está mal pero que en el futuro pueden aparecer otras personas con las que pueda compartir su vida y, si no es el caso, no pasa nada por estar sin pareja porque hay amigos, familia, hobbies…. que también ayudan a sentirse bien, que la relación de pareja la componen dos personas y no necesariamente es responsable solo un@ de la ruputura… Observar cómo se pone de manifiesto, una vez más que no es la situación (la ruptura) la que determina nuestra forma de sentir y hacer, sino nuestros pensamientos o forma de enfocar la situación.
- Ante un kilos que sobren, unas personas seguirán comiendo ganando más peso o restringirán de forma drástica su alimentación arriesgando su salud y, otras harán ejercicio y llevaran una alimentación saludable sin poner en peligro su salud. En el primer caso, las personas pensarán que tener unos kilitos de más es lo peor que les pueda pasar, que ya les van a gustar a nadie y se sentirán inseguras, tristes, ansiosas y pueden dejar de salir de casa porque creen que por su peso van a ser el centro de atención del os demás y que incluso van a ser ridiculizadas o rechazadas. Sin embargo, si esas personas piensan que no pasa nada por tener unos kilitos de más, que no por ello les van a dejar de querer y que se pueden cuidar pero sin perjudicar su salud, que si alguien les ridiculizara el problema lo tienen los demás por su falta de respeto, sus respuestas emocionales y conductuales serán beneficiosas.
- Un último ejemplo, si bien podrían ser infinitos porque la amalgama de situaciones en la vida es enorme. Por ejemplo, ante situaciones diarias que no nos satisfacen. Habrá personas que pierdan la ilusión por todo, se sientan cansadas, sin energía, pensando que su vida no les reporta nada bueno…y, habrá otras personas, que pensarán que es lógico que haya instantes en que las situaciones o nuestra vida no pase por el mejor momento y se plantearán cambiar las situaciones que no les llenan por otras que les aporten mejor bienestar, que aunque les falte energía es mejor dar una vuelta o llamar a algún amigo o familiar, que quedarse en la cama y no comunicar lo que les ocurre, etc. A estas alturas del texto, ya sabemos por qué se sienten y reaccionan de forma diferentes: por los pensamientos
Como se pone de manifiesto, la importancia de los pensamientos es fundamental en nuestras vidas favoreciendo sentimientos, emociones o más respuestas cognitivas que nos ayudan a sentirnos bien o a meternos en un pozo oscuro. En la ansiedad, la dependencia emocional, los trastornos de alimentación, la depresión… y, en cualquier problema psicológico, están a la base los pensamientos – aunque puedan intervenir, en algunas ocasiones, otros factores como los genéticos -.
Todo lo expuesto anteriormente, nos lleva a concluir los pensamientos, conocidos también como cogniciones – son elementos esenciales que hay que abordar en el tratamiento psicológico de los diferentes trastornos o problemas mentales. Asimismo, es crucial que se potencie por parte de los miembros implicados en la sociedad (padres, docentes, personal sanitario…) una educación emocional que contemple la importancia de nuestras creencias para poder aumentar la autoconciencia, seguridad y confianza en un@ mism@ a través de cogniciones o interpretaciones que favorezcan el afrontamiento y superación de las dificultades de forma constructiva.
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