Vivimos en una sociedad en la que muchas personas se sienten solas. Motivo por el cual experimentan tristeza y desamparo al no poder relacionarse con otras personas que les brinden el cariño y el apoyo social que todos necesitamos a lo largo de nuestra vida. En estos casos, la soledad nos angustia y causa serios trastornos en la salud.
Ahora bien, es importante tener en consideración que no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Sentirse solo es uno de los factores que más problemas emocionales causa en las personas. Pensemos cómo nos sentiríamos si no tuviéramos a nadie con quién compartir nuestras experiencias, poder salir al cine o realizar cualquier otra actividad y recibir el afecto de los demás. Más negativo, si cabe, también es cuando una persona se siente sola aún estando acompañada porque no percibe que su pareja, hijos, amigos… le proporcionen el afecto y comprensión que necesita. En cualquier caso, la soledad, además del impacto negativo en el área emocional, tiene repercusiones en nuestra salud física (insomnio, mayor riesgo de contraer enfermedades, etc).
Cuando nos sentimos solos es cuando la soledad no es algo que nosotros hayamos elegido y, por tanto, nos podemos sentir rechazados, despreciados o vacíos. Cuando nos sentimos solos se produce una discrepancia entre el número de relaciones que mantenemos (pocas relaciones, nulas o poco satisfactorias) y las que deseamos.
Como hemos comentado, la soledad no siempre tiene que ver con no contar personas a nuestro lado, porque también depende de la percepción o sentimiento de estar solo o aislado aún estando acompañados. Por ejemplo, podemos tener pareja pero no sentirnos comprendidos y amados; tener amigos, pero sentir que no confían en nosotros o no confiamos nosotros en ellos; jóvenes o ancianos que no se sienten comprendidos o apoyados por sus padres o hijos respectivamente, etc.
Algunas de las consecuencias más habituales que provoca la soledad o sentirse solo son, entre otras, las siguientes:
– Depresión y ansiedad.
– Emociones negativas: sensación de abandono y vacío, miedos, incertidumbre…
– Pensamientos negativos: las personas solas tienden a ser excesivamente críticas con ellas mismos y con los demás.
– Generar relaciones dependientes o “tóxicas” debido a la necesidad desesperada de sentirse aceptado y no estar solos.
– Dificultades para entablar relaciones sociales o profundizar en ellas.
– Baja autoestima y percepción negativa de uno mismo.
– Problemas físicos: problemas de atención y concentración, problemas del sueño y alimentación, reducción en la mielinización cerebral (inhibiendo la facultad de ser flexibles y y tolerantes…), degeneración del tejido neural, demencias, hipertensión, mayor probabilidad de contraer enfermedades…
– Abuso y/o dependencia de sustancias o conducta adictivas (alcohol, porros, antidepresivos, adicción a la comida, a las compras…)etc.
Cuando la soledad nos angustia, como acabamos de comentar, perturba nuestro bienestar físico y emocional. En estos casos, es recomendable buscar la ayuda de psicólogos expertos para aprender a hacer cambios en la vida y lactitudes que contribuyan a eliminar la sensación de vacío y/o favorezcan la interacción positiva con los demás sin generar conductas de dependencia hacia nuestra pareja, familia y amigos, desde la valoración y aprecio hacia nosotr@s mismos.
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