La Sinrazón de la Guerra

Desgraciadamente esta semana la guerra ha ocupado  todos los titulares del mundo entero. La invasión del ejército ruso en Ucrania ha llenado de incertidumbre a la población de todos los lugares.

Los psicólogos somos profesionales que intentamos ayudar a las personas para que se sientan bien y superen sus problemas. En este caso, duele muchísimo escribir estas líneas ante la sinrazón de que en el siglo XXI surjan y continúen conflictos armados en diferentes países. Al punto que, en algunos casos, hasta nos hemos olvidado de que muchas personas de todas las edades (ancianos, adultos, jóvenes y niños) llevan años sufriendo el despropósito de la guerra en países como Yemen, Siria…

Los psicólogos no hacemos valoraciones políticas pero es indiscutible que cualquier guerra representa intereses económicos o partidistas que se intentan implantar por la fuerza, inclusive anulando las creencias y cultura propias de un colectivo, sin importar destruir vidas o hábitats y violando los derechos humanos. Una vergüenza… que solo causa sufrimiento y dolor.

La proximidad de esta guerra a las puertas de Europa ha despertado las alarmas y contenemos la respiración esperando que pronto se frene esta barbarie.  En este contexto, se hablan de restricciones económicas pero no tanto del gran impacto emocional que la guerra conlleva.

consecuencias emocionales por la guerra

¿QUÉ PERSONAS SON AFECTADAS EN UNA GUERRA Y DE QUÉ MANERA?

Es evidente que los habitantes que están viviendo en primera persona las consecuencias de un conflicto armado son los más afectados. La guerra se convierte en un desastre que impide el funcionamiento normal de un sistema o comunidad, causando muertes, éxodos y separación de familias.

Si nos centramos en la población ucraniana, hay que tener en cuenta la gran ansiedad y miedo que están experimentando, no solo en este momento, sino también semanas atrás, en lo que parecía, parafraseando la novela de Gabriel García Márquez, la crónica de una muerte anunciada.  La incertidumbre es una de las situaciones que más ansiedad generan y no saber qué iba a pasar genera niveles de ansiedad muy elevados. Pensemos que la guerra es un atropello y no solo afecta al pueblo ucraniano sino también a los soldados del ejército ruso  que han estado esperando órdenes para la invasión. Hace años cuando se hacía la mili, el valor en la guerra se presuponía a los soldados pero, no por ello, deja de surgir miedo, tensión en los soldados de ambas partes y la fatiga en el combate predispone a la aparición de trastornos psiquiátricos.

La indefensión es otro estado emocional que surge cuando no se puede modificar una situación y genera un alto nivel de frustración. Pensemos que la población civil ucraniana ha sido llamada a las armas y, gran parte de ella, sin ninguna “preparación” para combatir. Así mismo, tener que refugiarse dentro de las estaciones del metro o en otros lugares, dejando la comodidad de sus hogares, con niños pequeños, frío, la intranquilidad por la suerte que estarán corriendo sus familiares que están combatiendo en el exterior representa una situación altamente estresante. Muchas veces, en la consulta cuando hablamos de fobias comentamos los profesionales de la psicología que es una respuesta de miedo o ansiedad intensa ante determinados objetos o situaciones siendo dicha respuesta desproporcionada al peligro real que representa dicho objeto o situación. Pues bien, en estos momentos el miedo en una guerra no es desproporcionado  y va acompañado de un intenso malestar y ansiedad que se manifiesta tanto física como psicológicamente al estar en un estado de alerta constante.

ansiedad y miedo por la guerra

La vida de las ciudades se paraliza y la preocupación por cubrir las necesidades básicas como la alimentación, sueño… se hace acuciante.  Ni siquiera los niños pueden ir a clase, viéndose afectadas las relaciones no solo de éstos, sino también de los adultos. Relaciones rotas por diferentes motivos: interrupción de conexiones telefónicas o de Internet, familias que se separan huyendo de la guerra, familiares que se van al frente… Todo ello, supone una ruptura con la vida anterior: la seguridad, el trabajo o estudios, salir a comprar o pasear, descansar con tranquilidad,  dormir la familia bajo el mismo techo, recibir asistencia sanitaria, etc. Esta fragmentación en la vida cotidiana trae consigo graves alteraciones en el estado de ánimo. Es fácil entender que la tristeza, impotencia o la rabia e ira embarguen a la población y el miedo a morir. En el caso de los niños, el miedo al abandono o pérdida de sus padres, les hace más vulnerables a padecer ansiedad  que se puede manifestar con episodios de llanto o desobediencia (por no hablar de los niños que se ven obligados a ser soldados en otras contiendas). Al menos, en esta guerra, no se les obliga a empuñar armas,  sin olvidar que también hay otras personas como los ancianos o con necesidades especiales que no pueden ser cubiertas adecuadamente en estas circunstancias. De igual forma, los síntomas de aquellas personas que previamente ya padecían trastornos psicológicos se verán exacerbados.

problemas psicológicos

Son muchas las personas civiles que están defendiendo su país sin la preparación militar adecuada. Imaginemos cómo nos sentiríamos nosotros si, sin apenas medios, tuviéramos que luchar contra un ejército superior, sin saber dónde o cómo están nuestros familiares.

Por otra parte,  la crisis humanitaria y éxodo dejando atrás toda una vida (hogar, trabajo, estudios, relaciones…), huyendo a fronteras cercanas donde les puedan acoger, fomenta sentimientos de indefensión, tristeza, amargura, rabia, dolor, incredulidad, odio, desesperación…  Y ya no digamos,  la angustia de no saber si podrán llegar sanos y salvos a países que les puedan acoger y la incertidumbre sobre el futuro y lo que les sucederá los que dejan detrás.

Se me hace difícil tragar saliva si hablamos de pérdidas humanas: el duelo complicado de las familias va a ser muy duro por no haber podido despedirse del familiar fallecido o no haber podido darle la sepultura acompañados de familiares y amigos y más, ante una situación tan injustificada como esta.

Los que sobrevivan a esta guerra, que esperamos que sea corta, probablemente tendrán problemas de estrés postraumático, depresión, ansiedad y abuso de alcohol u otras sustancias que en niños y adultos, pueden ir acompañados de problemas conductuales. 

Por último, para no extendernos cabe mencionar que el temor y la angustia también se está dando en personas de otras partes del mundo ante la idea de que la guerra alcance otros países y, en los pacientes que he atendido esta semana, familiares, amigos y en mi misma, la tristeza y perplejidad han sido estados emocionales “normales” ante la noticia de la declaración de la invasión rusa a Ucrania.

A MODO DE RESUMEN

Nada puede justificar una guerra. La destrucción afecta a las condiciones de vida de las personas y todo ello genera graves problemas tanto en la salud física como mental que se ceba con personas inocentes.

Inseguridad, incertidumbre, inquietud,  dolor… provocan cambios en el estado de ánimo, ansiedad y angustia, miedo y temor constantes, etc. que no solo ahora sino después de este horror, acompañará la vida de estas personas, tanto de un bando como del otro, porque las secuelas físicas y mentales de los combatientes y angustia de sus familiares permanecerán en el tiempo.

LA PAZ es el bien más preciado y que cualquier ser humano se merece. Es inconcebible que en el siglo XXI continúen habiendo guerras en diferentes partes del planeta.

¡PAZ Y NO GUERRA!